lunes, 7 de octubre de 2013

El tercer hombre

Si hace unos días hablábamos de "El cuarto hombre" como una sólida cinta de cine negro en los cincuenta, hoy toca retroceder tres años, en concreto a 1949 para recordar "El tercer hombre" una de mis películas preferidas y también bastantes críticos serios. De hecho siempre que se habla de este filme se suele disertar hasta que punto intervino la mano de Orson Welles en el mismo y no a nivel actoral, sino en el campo de la dirección, sinceramente no lo sé, pero Carol Reed era un buen director y tampoco sería de extrañar que se dejase aconsejar por Welles y el resultado final mejorase, algún día alguien terminará por esclarecer la verdad, casi siempre se mencionan como magistrales dos escenas, la de la noria y sobre todo la persecución final en las alcantarillas, pero creo que hay algunas otras que son tan destacables como estas, sin ir más lejos mi escena preferida es la primera aparición de "Harry Lime" o si se prefiere "su vuelta a la vida", mucho más impactante que "otra vuelta a la vida" la de Laura en el filme de Preminger cinco años antes y es que cuando ese gatito lame unos zapatos en la penumbra de un portal y Joseph Cotten (aka Holly Martins) vocifera a la sombra que vislumbra, la vecina del piso de arriba atraída por las voces enciende una inoportuna luz que nos revela el gran secreto de la película a los sesenta y cinco minutos y a través de un travelling perfecto se nos acerca a un primer plano del rostro cínico y sonriente de Orson Welles.
Pero podría destacar tantas cosas que me perdería desde esos originales encuadres en diagonal, planos contra picados sobre escaleras en caracol, o el protagonismo subyacente de una ciudad derruida por la guerra la Viena pos Hitler, esos adoquines que resuenan en los diversos paseos nocturnos de los protagonistas, la espectacular música de Anton Karas con su citara o ese sonido estridente del organillo en algunas de las escenas con aire de pesadilla en la noche vienesa.
En cuanto al guión, confieso no haber leído la novela de Grahan Greene, pero según contó el propio autor le gustaba más la película que su propia novela lo cual dice bastante del resultado final. La historia resumida es bastante sencilla Joseph Cotten, (Holly Martins)  una especie de Marcial Lafuente Estefania eso sí originario de los Estados Unidos, viaja a Viena donde Orson Welles (Harry Lime) su mejor amigo le ha ofrecido trabajo, para descubrir al llegar que ha muerto atropellado, sin embargo algo no le cuadra al bueno de Martins que al tirar de ese hilo, llegará adonde probablemente nunca querría haber llegado a tener que elegir entre la amistad o la ética, en este sentido el monólogo que Harry Line suelta en la noria sobre los puntitos negros (personas) y la oportunidad de negocio : "20000 dólares por cada puntito negro que se parará y libre de impuestos" no está nada alejado de la naturaleza humana es innata a ella. Sin ir más lejos aunque en otro plano hace apenas unos pocos años, un amigo de eso que en España llamamos de "izquierdas" justificaba a capa y espada a su empresa inmobiliaria, cuyo gran mérito era hacer  de intermediarios entre vendedor y comprador de viviendas, más cuatro gestiones burocráticas todo por el módico precio medio de unos 18000 euros por operación, y le parecía normal, algo que en mi modesta opinión era inmoral, además de ser capaz de defender idees que sinceramente creo que le debieron inculcar en algún cursillo, sobre la necesidad de cambiar de vivienda tres o cuatro veces en la vida adaptando nos a las circunstancias, solteros pisos de una habitación, casados dos o tres habitaciones, casados con niños cuatro habitaciones y en la vejez volvamos a pisos pequeños sea como fuera siempre negocio redondo para el intermediario. Supongo que a Peckinpah este tipo de guión no le hubiera desagradado además el final está muy lejos de ser complaciente, la amistad traicionada y el desprecio de una mujer que nunca perdonará esa falta.

Por cierto esta es la primera película que tenia en el antiguo formato DVD y opté por comprarla en Blu Ray, el resultado no puede ser más satisfactorio, espectacular mejoría en las imágenes (las dos ediciones son de la casa Suevia)  por mucho que uno halla leído o comparado por Internet captures en páginas especializadas de cine, nada como comprobar con los propios ojos las virtudes deslumbrantes del nuevo formato, lo que llevará a una renovación de determinados clásicos en estándares de Alta Definición para desgracia de mi bolsillo.

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