Mañana vuelve a las pantallas la segunda parte de la primera temporada de la nueva serie de NBC, "The Blacklist" tras el parón navideño. Hasta aquí hemos tenido diez primeros episodios que han dado bastante juego, los dos últimos conformaban una unidad o episodio doble que se se cerraban con la música de fondo de Pearl Jam y una de sus últimas y lánguidas canciones "Pendulum", el fondo intimista perfecto para que la agente Keen formule a Red la pregunta que todos esperamos oír de sus labios, la respuesta a esa pregunta no tiene por que ser la verdadera, manteniéndonos así en el limbo de la duda y sabiendo que aún queda mucho camino por recorrer en esta temporada y en una segunda ya confirmada.
Pero volvamos al principio, cuando uno comenzó a ver The Blacklist ni siquiera me moleste en leer la sinopsis, ni en saber quienes eran sus protagonistas. Simplemente me atrajo el título que en cierta manera remitía al flojo cierre de la saga de "Harry el sucio" que no se salvaba ni por el cameo de los G´n´R, y ese poster de un tipo con un sombrero que remitía en la imaginación a un gánster años cuarenta. Y claro así te puedes llevar varias sorpresas, la primera el protagonista de la función, al ver a James Spader no lo reconocí, para mí la imagen de este tipo grabada en mi cerebro es la aquel tipo que se vio en Sex, lies & videotape, la del profesor experto en egiptología en Stargate o la de aquel tipo rarito de Crash, por cierto la última película que recuerdo haber visto de este hombre, quizás haberle perdido la pista durante tantos años provoca que al tener en mente una imagen mucho más juvenil y ver ahora un hombre que me parece muy envejecido y con unas entradas tan pronunciadas que ni ese corte de pelo prácticamente al cero pueden disimular, uno se lleve un pequeño shock.
La sinopsis ya deja claras bastantes cosas, uno de los criminales más buscados del mundo, Thomas Raymond Reddington (James Spader), se entrega de forma voluntaria a las autoridades del FBI y se ofrece en un primer momento a ayudarles a atrapar a un terrorista que plantea un atentado en suelo americano y luego a ayudar a los federales a atrapar a algunos de los criminales que han colaborado con él en los últimos veinte años, desde aquel día que de camino a casa para ver a su mujer e hija desertó traicionando a su país y vendiéndose al mejor postor, convirtiéndose en el llamado: "conserje del crimen". Su única condición: sólo colaborará con Elisabeth King (Megan Boone), una nueva agente del FBI, con quien parece tener alguna conexión que ella desconoce.
Y es que el episodio piloto nos retrata bastante bien la serie, construida en base a retales sacados de aquí y de allí, el ejemplo más obvio sin duda es como se nos remite ineludiblemente al "Silencio de los corderos" la relación entre un tipo con un fondo oscuro y una novata del FBI, cosa que en principio me irritó un tanto tengo que decirlo, además que lo encerraran en esa jaula de "cristal" y posteriores conversaciones entre el protagonista y la novata con ese puntito de tu me cuentas algo de tí, yo te ayudó a resolver el caso, y aquello de que hay que pensar como un criminal si quieres atrapar a uno de ellos, cosa que hace casi imposible que no te lleven a rememorar la relación Clarice/Hannibal Lecter. Además en una serie de estas características con altos organismos del estado, no puede faltar la alta tecnología, tipos duros, personajes que no son lo que parecen y tienen un reverso que a lo largo de la serie iremos descubriendo. La serie se ha estructura en torno a lo que podríamos llamar a episodios en los que algún tipo de incidente lleva a que Red, saca de su chistera o de su "Lista negra" alguno de esos nombres que hay que atrapar, todo mediante su "pupila" Elizabeth Keen. Aunque los episodios son autoconclusivos, desde el principio el espectador se enfrenta a varias preguntas, algunas obvias otras menos. ¿Qué relación existe entre Red y Elizabeth? en estos diez capítulos creo que se han dado bastantes pistas, para que todos lo tengamos claro. ¿Otra de las cuestiones estrella de la serie hasta ahora y que ya se plantea desde el principio no revelo nada, es que esconde el esposo de Elizabeth, Tom?
Hasta ahora los intentos de Red de abrirle los ojos a Elizabeth han fracasado, no sin razón en el episodio seis la serie agarró el toro por los cuernos en este sentido, pero al final seguimos jugando al despiste. Aquí quizás convendría reflexionar y tratar de entender por que si Tom Keen es tan peligroso ¿cómo es que Red no hizó algo antes? Entre los puntos fuertes de la serie, sin duda destacar la interpretación de James Spader, como ese hombre cinico y frio que no tarda en dominar la situación, y que parecía podía seguir con su estilo de vida a lo "bon vivant", y sus particulares tejemanejes con su propia aunque exigua guardia pretoriana. Así como la galería de secundarios, la propia Elizabeth Keen, el agente Ressler, ese marido tan enigmático, Dembe, el informático del FBI o el propio subdirector Harold. Además siempre es un placer ver desfilar a personajes de otras series como el T-Bag de "Prison Break", al detective Batista de "Dexter" o una vieja gloria de los ochenta hoy hundida en el olvido como "Andrew Dice Clay". Como la mayoría de las series de episodios auto conclusivos algunos son mejores que otros, eso ya va a gustos entre los peores desde luego estaría "General Ludd" con algún fallo de guión bastante absurdo, pero en general la serie es un buen entretenimiento, queda por ver como evoluciona a largo plazo ahora que las tornas han empezado a cambiar al menos momentáneamente para Red.
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