Hoy toca hacer una visita al mundo del cine y lo haremos
con una cinta poco conocida, pero que a uno le ha sorprendido muy gratamente. Y
es que Black Death que en español lleva la coletilla de “Garra negra”, algo totalmente absurdo, otro sin sentido que
lo único que puede conducir es al despiste. Es una película sobre la Edad Media y en pocas
ocasiones (exceptuando “El señor de la Guerra ” del grandísimo Charlton Heston) una
visita a dicho periodo histórico ha retratado tan bien lo que debió ser dicha
época, creando una atmósfera muy especial sucia y brutal en unos momentos
además que la peste negra campaba a sus anchas. En su comienzo uno no sabe muy bien porque
caminos transitará la película y si está acabará siendo la típica película de
acción con batallitas entre caballeros o al final habrá un derroche de efectos
especiales para ese probable duelo con las fuerzas del mal que se intuye deben
aparecer. Quienes esperen esto desde luego se van a llevar una enorme
decepción, acción poquita y FX tres cuartos de lo mismo. Aquí hay una historia
que no siendo la más original del mundo: La
historia nos sumerge en el año 1348 , en una Edad Media oscura e infectada por
la peste negra en la que un grupo de mercenarios y a la vez creyentes bajo las
órdenes de la Iglesia
se dirigen, guiados por un joven monje, hacia un pueblo en un pantano donde no
hay noticias de epidemia y si de nigromancia y magia negra. Si no olvidamos que
la peste negra se llevó por delante en muchos países a la mitad de la población,
que la gente no sabía por qué moría, que la incultura reinaba en gran parte de
la población y tenemos caldo de cultivo para fanatismos religiosos varios.
Tomando
ligeros préstamos de otras películas como la idea del joven monje tentado por
la carne “En nombre de la rosa” o ese
ambiente aislado único entre lo pagano, lo erótico y lo onírico tan conseguido
que tanto me recuerda a la excelente “The wicker man.
En cuanto a las interpretaciones, pocos peros Sean Bean demuestra que nació para lucir mallas de guerrero, el joven Eddie Redmaynen no desentona, la galería de secundarios cumplen a la perfección, un placer ver de nuevo al viejo David Warner en un pequeño papel y sobre todo Carice Van Houten desprendiendo un erotismo insano ( o simplemente es que me gustan las mujeres de tez pálida) estupenda su frase final que define a la perfección la
película "porque la gente necesita milagros y venera a quienes los hacen".
Sin querer destripar la película, simplemente decir que el epilogo no estropea
todo lo visto anteriormente, sino que es consecuente con todo lo visto
anteriormente y la única duda que nos queda es si el protagonista se encuentra
en perfectas condiciones mentales o el sufrimiento le provoca visiones que le
hacen tomar decisiones arbitrarias.
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