lunes, 15 de abril de 2013

Ritual de lo habitual



A veces al echar la vista atrás, uno no puede dejar de decirse asimismo en que coño pensaba o donde tenía el gusto metido cuando este disco se publicó y no cuajó en mí y es que en un principio y pese a los repetidos pases en forma de video clips de "Stop", y "Been caught stealing" con Perry Farrel en plan cachondo robando en un supermercado, este disco no me gustaba. Pensándolo bien no sé si era
un problema de prejuicios o me inclino más por pensar que me sonaban tan distintos a la música que dominaba mi vida en aquellos días que no les presté la atención que se merecían, pese a todas las alabanzas que recibían por parte de prensa y bandas. Aún tardaría unos años en ser capaz de apreciar su genialidad y curiosamente mi percepción comenzó a cambiar a través de aquel disco recopilatorio que incluía demos, algunas rarezas y temas en directo llamado "Kettle Whistle" a partir de ese momento, la breve pero intensa discografía de los Jane´s se convirtió en algo imprescindible. En especial ese binomio perfecto que es "Nothing Shocking´s" y este "Ritual de lo habitual". Siempre he tenido la sensación de que el primero es un álbum más conceptual, en el cual te puedes sumergir de principio a fin como formando parte de un todo unido. En cambio Ritual de lo Habitual es como un disco con dos partes una más rockera y otra más atmosférica o incluso Zeppeliana, la obra que contiene su canción definitiva la fantástica "Three days" un tema larguísimo y denso, épico y monumental, que por buscarle una equiparación podría ser como el "When the music is over" de The Doors, no sobra nada. Son diez minutos y cuarenta y siete segundos que valen por discografías enteras, desde esa intro atmosférica con guitarra y bajo a la que se sumará la hinóptica voz de Farrell, para para llevarnos en un viaje con cambios constantes de ritmo, ora dominado por las percusiones tribales de Perkins, ora por la guitarra punzante de Dave Navarro imponiéndose sobre una base rítmica espectacular y allanando el camino para que Perry Farrel se explaye con un mensaje entorno a Jesús y Mary (Magdalena suponemos) un tema que viene a ser como un puzle lleno de matices y donde todas sus partes encajan perfectamente, el tema perfecto para ser escuchado con auriculares en la oscuridad más absoluta y dejarse llevar en este viaje de ensoñación.

Los seis primeros temas son los más enérgicos y rockeros todos ellos imprescindibles desde la inícial "Stop" una píldora de energía que inexcusablemente no supe apreciar en su día. "No one´s leaving" aquí el bajo del infravalorado Eric Avery nos introduce en la canción con un ritmo funky. "Ain´t no right" una auténtica tormenta sonora con todas sus piezas guitarra bajo y batería atronando, mientras la voz de Farrell con ecos lanza un mensaje hedonista. "Obvious" con ese introducción de piano rock y batería, acompañada de unas guitarras cargadas de psicodelia en sus seis minutos. "Been caught stealing" con su mítico ladrido de perro, un ritmo vacilón y casi bailable, con un breve solo de la mano de Navarro. Tras "Three days", y la tormenta sónica que este tema ha desencadenado las  tres últimas canciones vienen a ser como la necesaria calma que sucede a la tempestad "Then she did..." una gran canción que trata sobre el suicidio de la madre de Perry cuando este tenía cuatro años, la influencia Zeppelin se hace patente en las guitarras y los arreglos de violín le sientan como un guante de seda. "Of course" es la segunda pieza "lenta" de esta tanda final, de nuevo asoman los violines zíngaros y aires arábigos creando una atmosfera irreal que de nuevo invita a soñar. El disco acaba con el tema más pop de su carrera pero igualmente indispensable "Classic girl" la guitarra acústica de Dave Navarro, la voz de Farrell protagonizan toda una primera parte con un cierto deje psicodélico, que en un determinado momento (2:50) parece romperse cogiendo la canción un ritmo más acelerado de mano de la batería sin embargo es una falsa alarma en apenas quince segundos volvemos a la onda contenida del tema que de nuevo se rompe brevemente al final con la batería, un cierre perfecto para uno de los mejores discos de la década. No olvidar ese video lleno de imaginería donde asistimos a un extraño ritual de boda de la mano del amigo Farrell.

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