Hace entorno a ocho años uno volcaba en una vieja entrada su decepción por el final indigno que había tenido la serie de Dexter, una chapuza en toda regla no pongamos excusas. Una serie que había entrado en un declive que la octava temporada confirmo, pero aquella imagen final de un Dexter vivo y aislado habiendo sobrevivido a un huracán, al menos hacia concebir unas mínimas esperanzas entorno a que se pudiera arreglar en parte el desaguisado y poniendo un símil facilón al igual que las viejas glorias roqueras era cuestión de tiempo y de un buen cheque de por medio a nombre de Michael C. Hall para un regreso por todo lo alto, con un objetivo claro un final apoteósico para la serie y una temporada que quitase el pésimo sabor que habían dejado, al menos en mí la sexta y octava temporadas totalmente indignas.
Y llegó el día, y las declaraciones de que ahora sí habría un final digno, te las puedes creer o no, a favor jugaban dos factores: uno el regreso de Clyde Phillips parte fundamental en las primeras cuatro temporadas de Dexter y segundo factor, que con ocho años de por medio si eres guionista te da tiempo a reflexionar y elaborar un cierre a la altura y sobre todo no repetir errores.
Y empiezas a ver Dexter New Blood y se acumulan las sensaciones, ya nada es lo mismo hemos cambiado la gran y soleada Miami, por un pequeño pueblo nevado perdido, pero hay esta el magnetismo de nuestro asesino en serie que poco a poco te va ganando, ese ciudadano ejemplar con diez años de abstinencia a cuestas y al que todos deseamos ver recaer, tenemos el morbo de ver ese momento en que el "pasajero oscuro" saldrá a la luz. También tenemos de vuelta a esa Deb espectral que al principio chirria, pero que a mí personalmente me acaba gustando. Incluso en el lugar más recóndito no podía faltar un asesino en serie, Kurt que cumple (impagable su museo de los horrores) en conjunto una trama entretenida sin más, que funciona aunque haya que perdonarle algunas fallas de guion por ejemplo la liberación de Kurt en base al ADN es ridícula, y en ciertos momentos la testosterona adolescente del hijo me sobrecarga, pero todo esto se podría pasar por encima si hubiesen dado un final digno a la serie. Al final queda un regusto amargo (otra vez, pero aún peor) de lo que podría haber sido, y ya nunca será.
Por increíble que parezca me quedo antes con el anterior final que con este y eso que era la guinda a una octava temporada desnortada. Pero es que en esta ocasión todo me resulta ridículo, INVEROSÍMIL, con otro final, hubiera quedado al menos contento de este Dexter New Blood, pero un final absurdo, incoherente con los personajes y con la historia que nos han contado (Dexter no necesitaba matar al poli para salir de la celda, ni su hijo que casi asesina (y se recalca que su víctima se salva de casualidad por la rápida intervención de las asistencias médicas) a un inocente y acosado chaval, al que por cierto no habrá matado pero ha destrozado para siempre su vida, de repente se convierte en un juez implacable para su propio padre al que había buscado toda su vida, no cuela. Por no hablar de ese gesto final de la novia policía de Dexter incapaz de sentir empatía en ningún momento por su en otra hora amor y a dispuesta a dejar marchar como si nada al hijo que ha matado a su padre, porque claro el objetivo es hacer un reboot: Harrison New Blood, conmigo que no cuenten.